Grupo Masculinidad. Ser Hombre. Enero 2017.

Grupo Masculinidad. Ser Hombre. Enero 2017.

¿Y qué habéis hecho hoy en el grupo de hombres?

Nada.

Si lo pregunta mi pareja, mi mujer, una amiga… una mujer, esta es la respuesta que solemos decir.

Es curioso cómo muchos de los comentarios, la mayoría positivos, y las personas que comparten estas entradas en la web o en las redes sociales son mujeres. Nos invitan a los hombres a que hagamos algo que a ellas les sienta bien, les gusta, les aporta personal y socialmente: compartir.

¿Y qué habéis hecho hoy en el grupo de hombres?

Nada. Hablar.

Si la pregunta nos la hace otro hombre, esta suele ser la respuesta. Es una manera fantástica de evitar entrar a explicarme, profundizar y expresar lo que hacemos o lo que supone para mía participar en un grupo de hombres.

Y nos ha dado por reflexionar y compartir sobre cómo hemos vivido cada cual nuestros primeros trabajos en grupo. Y desde este compartir somos más conscientes del miedo a lo desconocido que puede traer empezar en un grupo de hombres.

Y en este punto comienzan a agolparse las dudas, las preguntas: ¿será algo terapéutico? ¿será algo en donde puedan verse mis miserias, mis dificultades más profundas? ¿me juzgarán por lo que sé, por lo que no sé, por como soy…? ¿tendré que compartir mis logros y mis saberes? ¿seré el último mono del grupo? ¿harán novatadas? Y probablemente muchas más preguntas y dudas con las que puedo ir construyendo mi negativa argumentada a no ir a un sitio como ese.

Puede que la sola idea de compartirnos dé alas a nuestra imaginación y pueda tomar conciencia de mi competitividad: sí, porque si cuento todo lo que sé, los demás pueden aprovecharse y ya no seré útil, y pueden dejarme de lado… de mi individualismo: sí, porque lo importante en la vida es lo que cada uno va afrontando, va resolviendo, los errores que comete, y todo eso es sólo mío… de mis dificultades para saber lo que quiero, lo que necesito: lo importante es hacer, conseguir cosas en el trabajo, en la vida, lo demás son tonterías, pérdidas de tiempo… de nuestra necesidad de controlar: ¿y haremos ejercicios? ¿de qué tipo? ¿y hay algún ideario que hay que seguir? ¿y esto sirve para algo? ¿y si me emociono?

Esencialmente lo que hacemos es compartir nuestras experiencias, vivencias, emociones, expectativas, herramientas, soluciones, invenciones, deseos, frustraciones… respecto de nosotros mismos, de nuestras relaciones de pareja, de nuestras relaciones sociales, del mundo laboral, de nuestra forma de entender, expresar y desarrollar nuestra paternidad, de cómo hacemos con nuestro tiempo libre.

Nos dedicamos tiempo para sentirnos, tomar conciencia, respirarnos, centrarnos, escucharnos a nosotros mismos y a los otros… y a partir de ahí expresarnos, compartirnos… Escuchar las experiencias y vivencias de los otros miembros del grupo… Dejarnos estar en el vacío de no saber de qué vamos a hablar, por dónde irá hoy el grupo, qué contará cada cual… y comprobar después que todo lo que comparto y lo que comparten va dejando en mí un sedimento valioso. Comprobar que los demás hombres no tienen por qué juzgarme, ni ponerme zancadillas, ni apropiarse de mis recursos, ni desvalorizarme para que otros se valoricen… Comprobar que entre los hombres también podemos respetarnos, no juzgarnos, valorarnos, escucharnos, compartirnos, expresarnos…

Y comprobar también que no tenemos que defendernos de todo o atacar siempre, y que esa energía que podemos liberar de esta función nos puede servir para crecer como hombres y relacionarnos con el mundo de manera más plena y satisfactoria.

 

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